Los molinos aparecieron en Oriente próximo (Irán y Egipto) a comienzos del siglo VII. Se extendieron por los países árabes y pasaron a Europa hacia el siglo XII, probablemente traídos por los cruzados, se dice que fueron los templarios a su vuelta de Tierra Santa. Primero se instalaron en la costa mediterránea, llegando a la Mancha a mediados del siglo XVI, coincidiendo con una gran sequía que duró 40 años. Primero estaban los molinos de sangre, conocidos así a los que eran movidos por la fuerza humana o animal. Después los molinos de agua (que contarán con menor éxito en esta zona por el escaso cauce de los ríos). Y por último llegaron los molinos de viento, eligiendo lugares elevados para su ubicación. El siglo XVIII fue el de su mayor auge pero, a partir de la mitad del siglo XIX, la máquina de vapor, el motor de explosión y la electricidad, irán acabando poco a poco con los molinos de viento.
Los molinos de viento constan de 3 plantas:
1ª planta era la cuadra.
2ª planta se llama CAMARETA y era utilizada como almacén (sala de almacenaje) o sala de reparación.
3ª planta MOLEDERO (donde está la maquinaria).
Para iniciar el proceso de molienda, el eje del molino y las aspas, han de situarse frente al viento y como este no tiene una dirección constante, se dispone de un sistema de orientación, que consiste en un borriquillo unido al palo de gobierno, mediante los cuáles y ayudándose de los hitos de amarre, logra la rotación de la caperuza o tejado, que no está sujeta a la estructura del edificio, sino, simplemente posada sobre él. Se encaran las aspas vestidas y se ponen en cruz latina. Cuando las aspas comiencen a girar, la rueda catalina moverá la linterna que a su vez mueve el barrón que es a su vez lo que mueve la piedra volandera (la que muele) y debajo se mantiene fija la piedra solera. El trigo molido cae en la tolva a través de la canaleja, y es recogido en el costal o saco. Luego se pasa por el cedazo ó tamiz y se cierne.